Son numerosos los manuales de vida que aconsejan la contención. Contención en las emociones, contención en la vida. Así que aquí estoy contenido frente a ti, sujeto a este asiento, no escuchando tus palabras sino bebiéndomelas como si fuesen el manantial más fresco y puro. Contención. Te escucho y pongo pose de póker, pose contenida. Pero no sabes lo que me cuesta retener mi lengua. No sabes cómo contengo esta pasión que siento por ti, cómo apago este fuego que me quema y que solo contengo ante la perspectiva de que una confesión solo haría que te perdiese sin remedio.
Hablas y te contesto. Son las palabras de la necedad no contenida, lo único que me sale ante tanta contención. Todas tus palabras me sumen una ebriedad que apenas llego a disimular.
Al llegar a casa solo pienso en dónde estarás tú y cuándo podremos volver a tomar café. Con qué otras personas tomas café y si alguna vez tomarás mi café.
Me contengo. No lloro. Me contengo. Me ahogo. Me contengo.